Malverde, el santo de los narcotraficantes

Malverde es un santo cuyos milagros no reconoce la Iglesia. Tiene tres capillas en el mundo donde honran su memoria. Una está en Cali, en Colombia. La otra en Culiacán, en México. Y la tercera, en Los Ángeles. Es la ruta de la coca. Es el patrón de los narcotraficantes.
La leyenda cuenta que Jesús Malverde fue un bandido que vivió a finales del XIX en la sierra de Sinaloa. Su cabeza tenía precio. Un cazador de recompensas le hirió de bala en una pierna pero Malverde consiguió refugiarse en las montañas. La herida se gangrenó y, cuando ya no había esperanza de salvar la vida, pidió a uno de sus compañeros que le entregase al gobernador, cobrase la recompensa y utilizase después el dinero para ayudar a los pobres.
Tal vez no fue así. Tal vez Jesús Malverde nunca existió. Pero cada 3 de mayo, el día de este santo bandolero, la capilla de Culiacán se llena de fieles devotos del Robin Hood mexicano. Es el patrón de los pobres, de los desesperados. Pero, sobre todo, es el santo de los narcos, que rezan por su memoria y le encomiendan su suerte.
La capilla de Malverde en Culiacán, la primera de las tres, se construyó hace pocas décadas, en el mismo sitio en el que contaban que el bandolero había sido ajusticiado, a pocos metros del palacio de Gobierno del Estado de Sinaloa. Es una construcción caótica y abigarrada, apenas 100 metros cuadrados de pequeñas salas alrededor del busto de Malverde que aparece en la foto. Está lleno de decenas de placas, la mayoría de ellas con faltas de ortografía.
La capilla de Malverde se construyó en el sitio donde contaban que el bandolero había sido ajusticiadoLa capilla de Malverde se construyó en el sitio donde contaban que el bandolero había sido ajusticiado.
“Gracias por ayudarnos asta Arizona”, reza una de ellas, que está rodeada de billetes de cien dólares clavados a la pared con chinchetas a modo de ofrenda. Entre los nombres que aparecen en las placas agradecidas están los de los principales narcotraficantes de la zona y es habitual que un día, sin razón aparente, una banda de narcocorridos se pase un par de días tocando canciones al busto de Malverde. Suele ser señal de que han ‘coronado’, de que un gran cargamento de coca ha pasado la frontera estadounidense.
Entre las placas de agradecimiento está la de Pedro Pérez, “el Jaguar”. Durante años fue el comandante en jefe de la Policía Ministerial de Culiacán. Hoy está en prisión. Pero Malverde, o su buena suerte, ya le ha salvado tres veces de morir a tiros. La última de ellas fue cuando su destino se cruzó con la balacera que inició una de las guerras más sangrientas de la historia del narcotráfico mexicano. El día que mataron a Rodolfo Carrillo, “el Jaguar” estaba allí.
11 de septiembre de 2004, Culiacán
Pocos son los narcos que mueren de viejos. Rodolfo Carrillo Fuentes, el hermano pequeño de “El señor de los cielos”, Amado Carrillo, no fue una excepción. Tras la muerte de su hermano, el gran zar de la droga de la década de los 90, Rodolfo se convirtió en uno de los peces gordos del cártel de Juárez, la banda de narcotraficantes más poderosa de toda América. Era uno de los capos que se sentaba en el pequeño consejo que ocupó el vacío de poder que dejó Amado Carillo.
Le llamaban “el niño de oro” y era el “negociador” del cártel de Juárez, el que se ocupaba de sentarse con las demás organizaciones narcos para llegar a acuerdos sin necesidad de disparos. Tenía 29 años y era, junto con su hermano Vicente Carrillo (en la foto), uno de los herederos del imperio que forjó Amado Carrillo. Pero los lugartenientes de “El señor de los cielos” no estaban de acuerdo con el reparto.
Rodolfo estaba buscado por la justicia mexicana y por la DEA, la agencia antidroga estadounidense. Había una jugosa recompensa por cualquier pista que ayudase a su detención. Sin embargo, el pequeño de los Carrillo se paseaba con tranquilidad por Culiacán sin miedo a ser detenido.
Nadie se atrevía a denunciarlo, nadie en Culiacán está tan loco, y la policía mexicana tampoco era problema. El guardaespaldas personal de Rodolfo Carrillo era Pedro Pérez: “el Jaguar”, el jefe de la policía que rezaba a Malverde.
En Sinaloa estas cosas no son noticia. Especialmente porque el que se atreve a escribirlas puede acabar lleno de plomo. Gran parte de la policía está a sueldo de los narcos y también muchos de los políticos locales. Ciudad de México queda muy lejos.
Cada cierto tiempo, cuando las cosas se van demasiado de madre, desde la capital mandan al Ejército para que ponga orden. Lo primero que suelen hacer los militares cuando aterrizan en Culiacán para alguna operación es encerrar a la policía. Así se evitan tener que dispararles.
Pero las balas que casi matan a “el Jaguar” no fueron disparadas por las fuerzas del orden.
El 11 de septiembre de 2004, Rodolfo Carrillo y su mujer salían del Cinépolis de Culiacán de ver una película. En el aparcamiento le esperaban una decena de pistoleros, armados con “cuernos de chivo”, el nombre que dan los narcos al mítico fusil AK-47.
Fueron más de 500 disparos. En la balacera murió “el niño de oro”, su mujer –una guapa sinaloense de 18 años–, un lavacarros que pasaba por allí y cinco personas más, entre los asaltantes y los guardaespaldas de Carrillo. “El Jaguar”, milagrosamente, recibió varios disparos pero salvó la vida.
El 11 de septiembre de 2004 empezó una guerra. Aún no ha terminado.
Sólo obedecemos a un Carrillo
Desde que mataron a “el niño de oro” ya han muerto en México más de 500 personas. Las ejecuciones y los tiroteos son constantes y se han extendido por toda la república. El magnicidio ha iniciado una ola de venganzas y ajustes de cuenta entre los distintos cárteles de la droga.
La sentencia de muerte de “el niño de oro” se firmó tres meses antes en Monterrey con un apretón de manos. Según la policía mexicana, allí se reunieron algunos de los lugartenientes del cártel de Juárez para pactar el golpe de estado. Los cabecillas del asesinato fueron Ismael “el Mayo” Zambada y Joaquín “el Chapo” Guzmán.
Ambos narcos hicieron su carrera a la sombra de “El señor de los cielos”. Pero sólo debían fidelidad a un Carrillo Fuentes, a Amado, y ahora pelean con Vicente Carrillo, actual cabeza del cártel de Juárez, por el control del negocio.
La venganza de Vicente Carrillo por la muerte de su hermano no tardó en llegar. Sangre por sangre. El 31 de diciembre de 2004, el día de nochevieja, Arturo “el Pollo” Guzmán, hermano de “el Chapo” murió asesinado a tiros en la prisión de máxima seguridad de La Palma, en el México DF. El asesino dice que amenazaron con matar a toda su familia si no cumplía con la ejecución.
Mientras Vicente Carrillo, Ismael “el Mayo” Zambada y Joaquín “el Chapo” Guzmán luchan a muerte por el control del cártel de Juárez, otro gran barón de la droga mueve sus fichas. Dirige su ejército desde el penal de La Palma, la misma cárcel donde mataron a “el Pollo”. Se llama Osiel Cárdenas y es el jefe del cártel del Golfo.

La leyenda de “El señor de los cielos”

Culiacán es una de las ciudades del mundo con más academias de vuelo. La capital del estado de Sinaloa, en el oeste de México, tiene cerca de una docena y cada año se licencian alrededor de medio millar de pilotos. Alguien tiene que manejar las avionetas para transportar la cocaína que llega desde Colombia y luego viaja hasta Estados Unidos. Estudiar para piloto es caro y el oficio es peligroso. Por eso está tan bien pagado. Los que no acaban muertos terminan en prisión. Nunca falta “chamba” -trabajo- y tampoco voluntarios.
La relación de Culiacán con la droga viene de mucho antes de que el polvo blanco colombiano tiñese de rojo sangre todo el camino desde la selva colombiana hasta la gran nariz que es Estados Unidos. Comenzó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el Gobierno de Franklin Delano Roosevelt encontró en esta zona el lugar ideal para sembrar opio con el que producir morfina para los soldados heridos. Técnicos chinos, a sueldo del Pentágono, enseñaron a los labradores mexicanos de la sierra de Sinaloa cómo cuidar las amapolas. Fueron buenos alumnos. Hoy siguen cultivándolas.
Después del opio, vino la marihuana. Y, más tarde, Sinaloa se convirtió en la estación de paso de los cargamentos de cocaína que llegaban desde el sur, rumbo a la frontera. Cuando la pelea por el mercado entre los cárteles de Cali y Medellín desangró a los narcotraficantes colombianos, los intermediarios mexicanos se quedaron con el control del negocio.
El ganador de aquella guerra, que acabó con la muerte del mítico Pablo Escobar el 2 de diciembre de 1993, fue Amado Carrillo Fuentes. Le llamaban “El señor de los cielos” porque tenía una flota de Boeing 727 con la que movía la cocaína desde lo más alto.
Amado Carrillo y el cártel de Juárez
Durante gran parte de la década de los 90 fue el rey de la droga, el número uno. Era el jefe del cártel de Juárez, el más poderoso de los cuatro grandes cárteles del narcotráfico mexicanos: el de Juárez, el del Golfo, el de Sinaloa y el de Tijuana. Amado Carrillo pasó cuatro veces más cocaína hasta los Estados Unidos que ningún otro narcotraficante en la historia.
Tras la caída del reinado de Medellín, el cártel de Cali ocupó su lugar como principal proveedor. Pero los mexicanos aprovecharon la crisis para ganar poder. De asalariados de los colombianos, pasaron primero a socios y después a dueños. Los cárteles mexicanos, con la decadencia posterior de Cali tras varias detenciones, se hicieron con la mayor parte del mercado.
“El señor de los cielos” era discreto. De Pablo Escobar aprendió que no era buena onda aparecer en los diarios. Durante los años en los que dominó el negocio, muy pocos periodistas se atrevieron a escribir sobre él, aunque muchos sabían quién era el que mandaba. La corrupción del narcoestado mexicano en aquella época era apabullante. Según la DEA, la agencia antidroga estadounidense, el cártel de Juárez en su mejor momento ganaba 200 millones de dólares por semana. El 10% se gastaba en sobornos.
Amado comenzó su carrera en Guadalajara pesando bolsas de marihuana para su tío, uno de los muchos traficantes que había escapado de Sinaloa tras la “Operación Cóndor”, a finales de los 70, cuando 10.000 soldados del Ejército mexicano barrieron medio país para intentar acabar con los cultivos de opio y marihuana.
Los hijos de aquellos campesinos que habían aprendido a cultivar opio de la mano del Pentágono se convirtieron en los dueños del país. Sus redes estaban en todas partes. “El señor de los cielos” junto con el resto de los narcos mexicanos controlaban al Ejército, a la Policía, a los políticos. Según reconoció en 1996 el propio Gobierno mexicano, el 80% de la policía del país no era de fiar. El que intentaba cambiar la situación estaba condenado a morir.
Balas para los políticos
Luis Donaldo Colosio Murrieta se pasó de la raya. Lo mataron en marzo de 1994, durante un mitin. Era el candidato a presidente por el PRI, el favorito en las encuestas, y había hecho de la lucha contra el narcotráfico su principal bandera electoral.
Más sonado aún fue el asesinato, seis meses después, de José Francisco Ruiz Massieu, el secretario general del PRI. Massieu era uno de los principales rivales políticos del anterior presidente, Carlos Salinas de Gortari, y ex marido de su hermana, Adriana Salinas, de la que se había separado en un sonado divorcio. El hermano de José Francisco Ruiz Massieu era el fiscal antidroga, pero estaba a sueldo de los narcos.
Años después, Raul Salinas de Gortari, hermano mayor del presidente, fue condenado a 50 años de cárcel como responsable de este asesinato. En el juicio se demostró que Raul Salinas de Gortari también cobraba de los cárteles de la droga.
Mientras tanto el que movía los hilos del poder, “El señor de los cielos”, era casi una leyenda, un personaje misterioso del que poco se sabía. Decían que le volvían loco las mujeres, el alcohol y la cocaína. Y que cuando estaba borracho era extremadamente violento. La policía sólo tenía una vieja fotografía suya y ni siquiera sabía su edad exacta. Sólo tras su muerte se contó su historia.
Amado nació en Guamuchilito, una pequeña ciudad de la sierra de Sinaloa, a pocos kilómetros de Culiacán, donde los narcotraficantes levantan palacios de mármol junto a chabolas de cartón. Allí está hoy enterrado su cadáver, en una lujosa cripta forrada de caoba dentro de su finca, Santa Aurora. O eso dicen, pues su muerte, el 4 de julio de 1997, nunca se aclaró del todo.
Dos meses antes de morir, Amado había perdido su principal escudo: el general Jesús Gutiérrez Rebollo.
El militar tenía fama de incorruptible. Hablaba bien en las televisiones, era duro y contundente. Tras varias sonadas detenciones de algunos narcotraficantes de segunda, fue nombrado máximo responsable de la lucha contra la droga en México.
Estados Unidos le apoyaba. El Pentágono pensaba que él era el hombre honesto que necesitaban para combatir a los narcos. Pero pocos meses después, se descubrió que Gutiérrez Rebollo estaba a sueldo de Amado Carrillo y que había sido el propio “Señor de los cielos” el que le había facilitado sus anteriores éxitos para así ayudarle a subir puestos en el escalafón.
La caída de Jesús Gutiérrez Rebollo puso al “señor de los cielos” en una difícil situación. Tras el escándalo, el Gobierno de Clinton presionó a México para que parase los pies al narcotraficante. La DEA, la agencia antidroga estadounidense, puso precio a su cabeza. “El señor de los cielos”, acorralado, intento huir. Tenía preparado un retiro dorado en Argentina, al margen del negocio. No lo consiguió.
¿Vivo o muerto?
La versión oficial cuenta que Amado Carrillo falleció en 1997 en una clínica de México DF durante una operación de cirugía estética para cambiarle el rostro. La DEA identificó el cadáver con la cara desfigurada a través de sus huellas dactilares en un viejo formulario de inmigración. Pero algunos dicen que las pruebas fueron incompletas.
Los médicos que le operaron fueron asesinados a los pocos días. Los narcocorridos, ese género musical que ha cambiado como fuente de inspiración las hazañas de los revolucionarios de Zapata por las matanzas de los narcos, cantan que fingió su muerte para escapar.
Tal vez no murió, o tal vez sí. Pero “el señor de los cielos” dejó de ser el rey del narcotráfico internacional. Tras su fin, los cárteles mexicanos comenzaron una sangrienta guerra para ocupar el vacío de poder. Después de varios meses y cientos de muertos, llegó la paz con un pacto entre los lugartenientes de Carrillo y el cártel de Sinaloa.
La mafia de Ciudad Juárez, la mayor organización criminal de América Latina, quedó dirigida por un consejo. En él estaban el hermano de Amado, Vicente Carrillo, su otro hermano, Rodolfo Carrillo, Ismael “el Mayo” Zambada y el jefe de Sinaloa, Joaquín “el Chapo” Guzmán. Durante una larga temporada, el negocio funcionó como la seda sin demasiada sangre y sin demasiados escándalos políticos. Pero hace unos años, volvió la guerra.

Sicarios

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Quiero Ser Narco!

¿Que quieres ser de grande? Le preguntaba a David un niño de 9 años que estaba jugando con otros dos niños en el centro comercial Plaza Forum en Culiacán Sinaloa, le hice la pregunta y casi estaba seguro de lo que me iba a contestar y digo casi porque aun me quedaba la esperanza de que estuviera equivocado.
- ¡Quiero ser Narco!.. Me contesto David seguro y sin titubear como convencido de que ese era su destino
- ¿Y para que quieres ser Narco? Le pregunte como buscando una respuesta sincera, de esas respuestas que solo los niños saben ofrecerte.
- Pues para tener mucho dinero y comprarme muchas cosas.
- ¿Y tu Sabes que hacen los Narcos para ganarse su dinero? Le pregunte aunque después me lleve una sorpresa con su respuesta.
- ¡Ay pues Vender Droga! Me contesto David haciendo una mueca en su rostro como dándome a entender que era el único que no sabia como se ganaban su dinero los narcos.
- ¿Y tu conoces a algún narco? Le pregunte.
- Si mi tío Chema, mi papa dice que es narco y yo quiero ser como el (tío chema) porque siempre trae mucho dinero, mira lo que me dio, en eso David saca de su bolsa un billete de 500 pesos regalo de su tío Chema el “Narco”.
Y es que como David hay muchos pero muchos niños que ya desde temprana edad tienen esa mentalidad, seguramente David 5 años mas tarde ya sabrá que hacer con su dinero cuando sea narco, seguramente querrá imitar al narco jr. que pasa enfrente de su casa quemando llanta en una troca bien perrona con el estereo a todo volumen, o talvez quiera ser como su héroe el del narco-corrido que escucha todos los días, seguramente este niño ahora no reconoce la importancia de las dimensiones de sus palabras pero mas tarde si lo sabrá y talvez sea convencido por un adulto sensato de que no es el mejor camino pero en este país, con tan pocas oportunidades y viviendo en una ciudad cada vez mas superficialista y la narco-cultura que prevalece en ella, talvez lo empuje a realizar el sueño que tenia de chiquito, el de ser Narco.
Me levante de mi banca camine hacia una tienda de discos, de repente escuche a David que me gritaba indicándome con su dedo una persona, ¡Mira el es!, observe el sitio donde David apuntaba con su dedo y estaba un tipo regordete con bigote abultado, 2 celulares y un radio en la cintura, el tipo observaba un auto ultimo modelo que se exhibía en la plaza, de repente por segunda vez David insistía: ¡El es!, el tipo que miraba con interés el auto me miro a los ojos, me acerque a David y al mismo tiempo se dirigía el tipo hacia nosotros, en eso el niño me dice: Mira el es mi tío Chema el que te dije que era narco, levante la mirada y con una mueca de nerviosismo que se convertía en sonrisa, le dije: ¡Que tal señor!.. ¿como le va?……

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Pinche Mocosa

Acuérdate, tu seriecita como toda una mujer distinguida, camina derechito, así como estuvimos practicando, con elegancia, acuérdate el señor es muy importante, cualquier cosa que tu hagas mal nos hechas a perder el negocio, no sabes el dineral que paga el amigo ese por mantenerlas a ustedes, tu eres mi obra maestra, esos ojos verdes te quedan divinos, el gym te ha puesto bien buenota, hasta me das envidia cabrona, bueno haber deja te enchino bien las pestañas.



Solo tiene diecisiete años, tiene la mirada en el espejo, se mira y se sabe bella, hermosa, tiene la mente en blanco, no tiene en nada en que pensar, tan solo en las instrucciones que le da la señora que la trajo de Venezuela, Culiacán le gusta, le encanta ir al rio, sentarse en el malecón nuevo, comer salchichas asadas, bombones, algodón de azúcar, le encanta cuando camina y los hombres se la comen con la mirada, quiere un birul, ese carro le gusta mucho, observa el mismo cartel de siempre, donde esta la chica anunciando el perfume, lo tiene en su cuarto, toma su cámara se toma muchas fotos frente al espejo, miles de poses, miradas, sonrisas, expresiones, quiere ser modelo, lo poco que le da la señora, lo gasta en revistas de moda, maquillaje, le gusta ir con el señor que la hace pasar por su novia con sus amigos, porque siempre la lleva a comprar ropa, zapatos, todo para que se mire bien buena, aunque sienta ese asco intrascendente cuando tiene sexo con el.



Esa tarde llego por ella la escaleid salió corriendo, sonriendo tal y como le dijeron, llegaron a una fiesta, ella caminaba derechito, saludaba con elegancia, parecía una dama hecha y derecha, ese cuerpo de mujer, no hacia notar su corta edad, su comportamiento, solo hablaba cuando era necesario, le encanta la banda, su novio le lleva mas de veinte años de edad, pero es el del billete, Ni modo a mi me toco chingarme, como dice la señora, Bailan toda la noche, y allá va la misma rutina de siempre, el mismo hotel, la besa ese viejo con ese bigote que pica, la deja toda babeada, siempre siente el mismo asco, pero se lo aguanta, el viejo se detiene en sus besos, ¿No te gusta verdad?, Mira pinche mocosa yo aquí soy el que pago, tienes que fingir aunque sea, sabes que, mejor lárgate de aquí, no te quiero ver, lárgate antes de que te meta un pinche balazo, pendeja, lárgate.



Llego a casa le conto la historia a la señora, esperaba un abrazo, algo de comprensión, pero no, recibió golpes al por mayor, Pendeja, ¿Quién te crees para echarme a perder este negocio?, me costo un pinche trabajo traerte desde allá, donde te estabas muriendo de hambre, te doy comida, techo, te mando con un viejo con un chingo de dinero, y me pagas con esto, pinche malagradecida, lárgate, no te quiero ver, fuera de aquí pinche mocosa pendeja.



Hoy sigue siendo joven, no tiene ni el cuarto de siglo, es viuda, con las instrucciones de la señora, se consiguió otro de los mismos pero ahora mas joven, guapo, bajado de la sierra werito de ojo verde, pero se lo mataron, hoy tiene una agencia de modelos, aunque no me lo crean, la han visto en uno que otro anuncio en la calle, en alguna que otra pasarela, no me pregunten quien, ni cuando ni donde, venia de Venezuela, pero para todos es Sinaloense, nadie lo sabe, hoy vende droga entre las damas distinguidas de la ciudad, pura señora que cuida las apariencias, que sus maridos ni nadie sepan que le compran, es para el estrés nada mas, pura caspa de calidad, todos la conocen, pero nadie sabe en realidad quien es.

Mi Perra Vida

Desde la soledad de una habitación, dos guaruras en la puerta y una puta desvistiéndose en el baño, una pistola debajo de la almohada, un miedo bien escondido en el alma, la tranquilidad robada, la inquietud de que sus hijos regresen con bien a casa todos los días, que no se metan con su familia, un rolecs en el buro, una tundra con rines llamativos, ahí empieza a besar esos labios comprados, esas caricias que le costaron dólares, ese deseo maldito de besar otros senos que no sean los de su esposa, la esposa amada a la que le es infiel tan solo por alimentar ese ego de macho, tiene una Reyna de belleza en casa, mama de dos hijos pero con el cuerpo intacto, curvas bien moldeadas y esa mirada que enamora a cualquiera, pero el trabajo, el pinche jale, ese los ha distanciado, de pronto regresa a la escena, ya se encuentra desnudo, dispuesto a vaciar la pasión en el cuerpo rentado de esa mujer que se hace llamar Luna, como la que esta en el universo y que solo sale de noche, que solo se asoma para ver a los que no se atreven a ser ellos mismos de día, la que es testigo de los que se esconden buscando libertad, para no ser juzgados por los que creen vivir felices en la luz de mediodía, termina su sexo, satisfecho y muerto de deseo, el remordimiento se asoma, piensa en su esposa, la que enamoro en la prepa, la que esta harta de guardaespaldas, de pistolas, de las balaceras en año nuevo, se siente solo, la puta se ha ido, el también, llega a su casa de puntitas para no hacer ruido y escucha respirar a la que ama, a la madre de sus hijos, esta apunto de darle un beso, pero se arrepiente, el orgullo puede mas, la habitación esta oscura, como su destino, recuerda, ese grito que le sacudió hasta el ultimo pedazo de corazón, ¡Te amo, ¿Qué no entiendes?!, ¡Tan solo quiero tranquilidad, para mi, para mis hijos!, estoy muerta en vida, ya no tengo sueños, aspiraciones por culpa de esta maldita vida que llevamos.


Es cierto ella tiene razón, viven entre balas, entre amenazas de teléfono, entre escapes sorpresivos, ella anhela caminar por el malecón, de la mano con sus hijos, ver el atardecer hermoso cuando el sol se oculta al final del rio que atraviesa la ciudad, de pronto despierta, estaba soñando, pero desearía no haber despertado, porque la pesadilla comienza, suena el necstel, Si ¿Bueno?, Mira pendejo como te pasaste de la raya tengo a tu esposa, vale mas que vayas juntando esa mercancía cabron porque te mando su cabeza, te lo juro por Malverde cabron que no la vuelves a ver si sales con alguna pendejada, te metiste en mis terrenos, fui muy claro, Esta bien pero este pedo era entre tu y yo ¿Por que te metes con mi familia?.


Yo me meto con quien se me de mi rechingada gana, colgó, pasaron horas, de angustia, de un silencio tenebroso, volvió a sonar el radio, Todavía sigo esperando esa merca aquí pendejo, mira no me gustan los rodeos ¿La vas a conseguir si o no?, ¡No!. hijo de tu putisima madre, no te tengo miedo, ¿Qué soy un hijo de que?, repítelo cabron, ándale repítelo, ¡De tu putisima madre!, se escuchaban los gritos de una mujer desesperada buscando auxilio.


Con mi madre no te metas cabron, y se escucho la detonación de una nueve milímetros y los gritos de la mujer desesperada callaron, el sintió que el corazón se le bajo hasta los pies, Te lo advertí pendejo, te lo advertí, y el radio callo al suelo, junto con su vida, esta desesperado, no sabe que hacer, dos días después en una bolsa de basura le regresaron a su esposa, en el velorio tiene la mirada perdida, la niña mas chica la de cuatro años, llora porque siente respirar la tristeza, el mas grande no se traga aun el cuento de que mama se fue al cielo, ahora piensa, esta arrepentido, ella tiene razón estaba muerta en vida, me quede con tantas ganas de decirle cuanto la amaba, cuanto la quería, que me quemaba esa distancia, de dormir en la misma cama y no poder darnos si quiera los buenos días, solo me tranquiliza que esta en un lugar mejor, donde no esta viviendo mi vida, mi perra vida.

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